En el Centro Cultural Alba Roballo pasan talleres como el que imparte Martin Galarza —músico, tallerista—, dirigido a infancias, en el que se enseña a gurises y gurisas a aprender percusión a partir del sonido y el movimiento con la primera herramienta de escucha que tenemos: el cuerpo. Según Galarza, el taller surgió con la motivación de enseñar a las infancias a “trabajar la coordinación, cómo suena nuestro cuerpo, el
cuidado del cuerpo de cada niña o niño, y después esos ritmos que practicamos en el cuerpo los pasamos a un tacho o a algún otro instrumento.”
Para Martin, los beneficios de que a una edad temprana, las infancias aprendan percusión de esta manera, son múltiples. Para enunciar solamente algunos, Galarza dice que “hay un ritmo que lo tocamos en el cuerpo que es el candombe, y creo que partir desde ahí, desde lo corporal para después ir al instrumento, —por estos años que trabajo y que trabaje en esto de la percusión corporal—, me parece que se hace mas facil despues ir al instrumento a tocarlo”.
Para todas las infancias
Cada martes, cuando el reloj marca las tres de la tarde, un grupo de botijas de varios lugares llegan al Alba Roballo, para disfrutar del taller de percusión, sonido y movimiento. El frío no se siente en la ronda que se arma alrededor de Galarza para escuchar los ejercicios que se vienen, porque enseguida el calor de las manos y los pies golpeando el cuerpo o el piso, le gana al invierno con la calidez de los y las gurisas en movimiento.
Algunas de las infancias que llegan al taller, vienen de la mano de Julieta, una integrante del Proyecto Botijas, —proyecto educativo y de promoción social y club de niños y niñas que existe desde 1997— cuenta que “desde botijas estamos siempre en búsqueda de propuestas barriales o comunitarias que se puedan ofrecer de manera gratuita, y con la condición de que cuadre con el horario en que las niñeces concurren al centro”.
En esa línea, Julieta narra que consideraron la propuesta de invitar a infancias del proyecto porque “está muy bueno, que puedan conocer otros referentes, otro tipo de talleres, salir del centro, para poder compartir con otras niñeces que no sean del centro o de la escuela”. Además, cuenta que “en otros años donde el presupuesto fue mejor, se podía contar con ómnibus y se iba a tenis, se iba a la muralla a escalar, se hacían distancias
más largas, que hoy en día no estaría siendo una posibilidad por cuestiones del presupuesto económico del centro”. Con las concejalas también Eloisa, Concejala Vecinal de la Zona 14, también acompaña a los y las gurisas del Proyecto Botijas, cuando van “a pie” hasta el Alba Roballo, ya que son entre ocho y diez infancias, que caminan varias cuadras hasta llegar al Centro Cultural. Además, agrega que va a acompañar porque su
hija también participa, dice que colabora “como referente y como mamá”.
Por otro lado, cuenta si bien en el Proyecto Botijas participan treinta niñeces, el número varía según la disponibilidad de cada infancia, o la posibilidad de quienes acompañan, la concejala apunta que “a todas las actividades que hacen en el club, [las infancias]van con alegría, les gusta, y hoy que venimos caminando unas cuantas cuadras, les gusta venir y disfrutan mucho de las actividades que hacen”.