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13.04.2012 - 11:36

Nueva Esperanza

La cooperativa clasificadora ubicada a los fondos del comunal 17, es otra de las tantas realidades, que conforman la zona del municipio.

"Las mujeres tienen mucha discriminación después de cierta edad", así definió su situación en la sociedad actual la presidenta de la cooperativa Nueva Esperanza, Rosario Monzón.
La cooperativa fue impulsada desde sus inicios por mujeres que ante pocas posibilidades laborales encontraron una alternativa para llevar adelante sus familias.

En el predio del Centro Comunal 17 (Haití 1606) y a los fondos del Parque Tecnológico Industrial (PTI) del Cerro, está ubicada la cooperativa de clasificadores de residuos Nueva Esperanza, que trabaja desde noviembre de 2010.
Al comienzo del proyecto, los integrantes que eran dieciséis, pensaron en una cooperativa de limpieza, pero al ser todos clasificadores se agruparon entorno a eso. Eran hombres y mujeres desocupados, pero trabajaban como clasificadores de manera independiente. Actualmente son ocho - de treinta años en adelante- de los cuales cuatro realizan sus labores en la mañana y cuatro en la tarde. Día por medio se turnan para quedarse en la noche cuidando los materiales.
Una de las razones por las que disminuyó la cantidad de integrantes es el bajo salario que se obtiene que “no da para cubrir las necesidades del hogar”, sostuvo Rosario.
Recolectan residuos en escuelas y guarderías del Cerro, La Teja y Artigas, con apenas un carro de mano, lo que les imposibilita movilizarse y expandirse por otras zonas.
Día a día luchan para que el rol social del clasificador sea valorado en el ámbito formal y obtener así los derechos como trabajador.
A nivel organizacional cuentan con los mecanismos formales que toda cooperativa tiene: registro de actas,  encuentros con el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y psicólogas. También cuentan con una directiva conformada por una presidenta, una tesorera, un encargado de calles y un encargado dentro del PTI.

Reciben donaciones de ropa y otros artículos, como por ejemplo muebles, que en primera instancia, se reparten entre los integrantes del colectivo, si es que lo necesitan; de lo contrario, se reacondicionan y se venden. Los fondos de esas ventas son utilizados para pagar boletos, productos de alimentación y limpieza.
Otra meta pendiente y en camino, es difundir en que consiste concretamente su labor para contribuir a la limpieza de los barrios, porque a su vez “les brinda trabajo a personas de escasos recursos”. Para eso, proyectan tener un espacio en la radio comunitaria La Cotorra (FM 94.3), que tiene sus instalaciones en el PTI, y con la que además, recolectan ropa con el fin de donarla. Según contó la presidenta, la emisora les prestará el dinero para comprar una moto que significará “una mejora en el desempeño diario”.
Pero la lucha no queda ahí porque dentro de la planificación a futuro, la principal ambición es conseguir la planta de clasificación, para la cual cuentan con el apoyo del Municipio A y el PTI.
En lo personal, tanto para Rosario como para Mariela Barrao obtener un trabajo las hace sentirse realizadas y, Nueva Esperanza solventa un compromiso con el barrio generando una alternativa distinta ante realidades complejas. Pero, sobre todo, el  valor del trabajo en grupo como herramienta para adquirir un medio de subsistencia es lo que las referentes de la cooperativa ilustran con orgullo: "nos ha dejado mucha satisfacción".

Noelia Rocha y Andrea de Cuadro