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14.08.2012 - 11:21

Casabó: un barrio, una identidad

El sábado 3 de setiembre los vecinos de Casabó recibieron a las autoridades municipales. Plantearon sus problemas e inquietudes que dificulta el vivir diario.

Casabó, ubicado en la falda del Cerro, se inauguró el 18 de julio de 1921. En ese momento, según investigaciones de Barrios y Reyes, con sólo 120 pesos al contado y el saldo en mensualidades, podía adquirirse una casa de dos, tres y cuatro dormitorios. Ya para esa época el barrio contaba con los servicios básicos y necesarios de saneamiento, luz eléctrica, pavimento de calles y un servicio de transporte que comunicaba con la Fortaleza del Cerro. Allí se abordaba el 'vaporcito' que iba hasta la Ciudad Vieja o la Curva de Tabárez (donde hoy está la Terminal de Ómnibus del Cerro)*.
Hoy, Casabó constituye un barrio de modestas viviendas de gente humilde y trabajadora pero con problemas de saneamiento, basurales e inundaciones. Está delimitado por las calles Oficial 6, Holanda, Calle 10, Lituania y el área del que fuera el Frigorífico Nacional.

Sobre la calle Burdeos, esq. José Cañas hay un terreno baldío rodeado de altos álamos que cercan unas diez casas precarias. La gente comenzó a acercarse ni bien vieron llegar a las autoridades municipales, a mitad de la mañana. Niñas jugaban sobre un tronco muy grande que posaba al costado de una larga cuneta.
Vecinos y vecinas, con mate bajo el brazo o con sus pequeños hijos a upa, reclamaron soluciones a varios problemas con los que conviven día a día. Uno de los más importantes, las inundaciones que se generan por el bañado de la marina ubicado al fondo de los asentamientos donde viven 15 familias.
En respuesta a este problema, el director de saneamiento, Néstor Campal y la intendenta Ana Olivera explicaron que una vez que finalice la obra que se está realizando, la bajada de los fluviales, -que demora un mes y medio-, “se va a terminar con el canal, se sacará la basura y se drenará el agua del bañado”, evitando así los problemas de inundación. Pero Campal les recordó también que hay problemas imposibles de resolver porque los terrenos son bajos, lo que significa que “esto va a mejorar pero en lluvias excepcionales se va a inundar igual. Una cosa es lo que hay que hacer y otra es lo que se puede hacer”.
Laura González, quien tiene a su hijo con una enfermedad inmunológica, sostuvo desesperada haber “perdido todo por culpa de las inundaciones”. Julia Acevedo, otra vecina, hizo énfasis por la falta de un basurero “que no pasa”. Según ella, los carros con caballos y autos que no son del barrio pasan a tirar basura al terreno que está ubicado al lado de sus casas, basura que además “trae ratas enormes”, dijo una de las vecinas.

El alcalde, Gabriel Otero, recalcó la existencia de un plan político enfocado en los problemas de la zona y en resolver los puntos críticos. Les propuso a las vecinas y vecinos de Casabó reunirse para solucionar todos los inconvenientes, pero “si vamos a implementar un sistema de recolección, necesitamos que las quince familias que viven en esta zona hagan todas lo mismo, y eso no depende de mí, sino que va a depender mucho de ustedes”.

Caminando más hacia adentro del barrio, cruzando un pequeño puente, se siguen viendo humildes casas, pero ya no de chapa sino de material y en su mayoría con antenas parabólicas. Perros y gallinas, conviven en el barrio y hasta lo caracterizan. Muchos habitantes del barrio observaban desde la ventana, otros se unían a la caminata, reclamando por otros problemas. Haciendo referencia al hermoso paisaje que presenta la zona mirando hacia la represa de agua que sale al Río de la Plata, Nelson Agriel,  vecino de Casabó desde hace muchos años, planteó la urgente necesidad de limpiar los basurales, mezclados también con escombros “para poder disfrutar”. Preocupado por la cultura y el tiempo libre de la gente que habita en Casabó, se refirió a la ausencia de espacios culturales para realizar actividades diversas y a la falta de construcción de caminos o calles angostas porque “acá hay mucha gente mayor que no tiene un lugar para salir a caminar”. Señalando la represa y el lindo paisaje verde dice: “Mira que hermosura es eso. Entre la Intendencia (IM), el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) deberían desarrollar algo”. Continuando la caminata, con la represa sobre el costado derecho, se podía divisar el Frigorífico Nacional, ícono del Cerro y la industria frigorífica que aportaba al hermoso paisaje.

Pedro Alonso, ex presidente de la Junta Local del Cerro y vecino de Casabó desde 1985, habló sobre algunos cambios que el barrio ha sufrido. En esos tiempos, según él, existía la solidaridad y la intención de ayuda mutua. “A mí me tocó ir a hacer planchadas a la casa de otros vecinos porque era lo que correspondía hacer, nadie se planteaba otra cosa”. Contó que en esos años había comisiones de fomento, que los trabajos se organizaban. “Como ya estaba todo construido, la Ley Nº14.006 nos amparaba como compradores, no ocupantes. Es decir, nosotros reconocíamos que la tierra no nos pertenecía pero estábamos dispuestos a pagarla cuando el Estado regularizara los terrenos”. 

El tema de las líneas de transporte fue otra de las problemáticas reclamadas por los vecinos y vecinas, especialmente la desaparición de la línea 126 que eliminó el viaje directo a la Ciudad Vieja, puesto que actualmente sale de la Terminal del Cerro, y “los domingos podés estar hasta 50 minutos o más esperando un ómnibus y vas colgado porque van llenos”, resaltó Pedro.
En la calle Etiopía hay una parada de ómnibus, que la mantiene una vecina, Mirta Montero, que se encarga de limpiarla: “Yo quiero el frente de mi casa limpio y no me gusta que nos sigan diciendo que somos un barrio marginado. Queremos un barrio como la gente”. Mirta tiene su casa y su comercio que sustenta a la familia, pero además al costado de la parada hay canaletas hondas y angostas que, no sólo generan basura, sino que "allí se han caído muchos escolares mientras esperan el ómnibus".

Olivera les recalcó a los vecinos y vecinas que las obras de saneamiento están haciéndose, al tiempo que confesó que se han invertido U$S 17.000.000 y “cuando se terminen los problemas de saneamiento van a poder vivir mejor”.
Según el último censo realizado por el Banco Hipotecario que “hizo justamente por la regularización de los terrenos”, dijo Alonso, hay aproximadamente 6.000 familias en Casabó, lo que hace un total de aproximadamente 18.000 personas. “Ahora deben haber muchas más porque hay una tendencia de que las familias tengan entre cinco y seis hijos”.

La recorrida finalizó en el local de la Comisión 4 de Marzo sobre la calle Marruecos ya pasado el mediodía.

Casabó, un barrio inseguro quizás para el desconocido, es sin embargo un lugar pintorezco con casas humildes de gente trabajadora que, por sobre todo,  ha cobrado una identidad propia y más allá de los problemas, sus habitantes lo defienden y luchan por tenerlo mejor.

*( Los Barrios de Montevideo. VI. El Cerro, Pueblo Victoria (La Teja) y barrios aledaños. Barrios P., Aníbal, Reyes A. Washington. Intendencia Municipal de Montevideo, 1994).

Virginia Martínez