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30.08.2012 - 13:33

Falta de amor

El municipio dialogó con José Luis Fernández, integrante de "Aleros", un programa de apoyo a usuarios problemáticos de drogas.

El 18 de abril del corriente año, se puso en marcha Aleros, un programa de apoyo a usuarios problemáticos de drogas liderado por la Junta Nacional de Drogas (JND) y la Secretaria Nacional de Drogas. El programa consta de un trabajo de dispositivos de cercanía en territorio y en calle con equipos de técnicos que gestiona la División Salud de la IM. La región oeste (Municipios A y G) fue cubierta por integrantes de la Asociación Civil Pro Defensa de La Teja, conocida popularmente como La Teja Barrial.
Los Aleros son duplas de profesionales que trabajan en territorio de los municipios A, D, E, F y G. Para interiorizarnos sobre el tema, dialogamos con el psicólogo José Luis Fernández, coordinador de la región oeste por la División Salud de la IM.

“Una vez que comenzamos a trabajar en calle generamos una estrategia con los municipios y con sus diferentes actores, que venían trabajando, en acciones de coordinación, sumatoria, articulación, para que no recayeran sobre el centro comunal o una policlínica”.
Las instituciones pueden ser de cualquier “índole social”: de ámbito educativo, de salud, cultural o vecinos referentes que no pertenezcan a ninguna de estas áreas, pero que tienen un gran alcance operativo y el conocimiento de la gente, el barrio y los lugares. Son fundamentales como referentes”, explicó Fernández. Además, la recreación, la inclusión social y laboral, la vivienda y “otras miles de cosas que están interrelacionadas con cómo visualizamos el usuario problemático y su entorno familiar”, juegan un papel importante.
Es un programa de mediano y largo plazo que dura tres años y apuesta a continuar como política institucional sólida.
Las etapas del programa se van manejando en la medida que se ven los avances. “De a poco vamos realizando el trabajo directo con los usuarios problemáticos, en sus diversos territorios, agrupaciones, situaciones de exclusión. Todo va a pasos cortos pero seguros”.
El usuario problemático es, según Aleros, quien tiene un problema de consumo con una sustancia que le genera un nivel de sufrimiento importante de aislación y de exclusión social. En la base comunitaria, el recurso de curación es la comunidad. Pero no se trata tampoco de “levantar expectativas que después no podremos ni cubrir ni cumplir”, aclaró Fernández. “Si percibimos una urgencia, hay posibilidades de derivación y de tratamiento en diversos dispositivos”.

- ¿El consumo problemático de alcohol entra en el programa?
- Sí. El tema del consumo o el uso problemático, que son dos variantes del mismo concepto técnico, tiene que ver con el circuito de adicción que se genera en el sujeto y no tanto con la sustancia. El problema es que tenemos un sin número de medios masivos de comunicación, más todo un aparato del capitalismo global flexible que está interesadísimo en reducir la sustancia para eliminarla o traficarla de forma que siga funcionando el circuito ilegal. En realidad no se
trata de la sustancia, sino del circuito, que se instala en la personalidad del sujeto y en su marco social, que no indica dejar de reducir la demanda y combatir el tráfico, pero nos paramos en un lugar diferente, o eso intentamos.

- ¿El hecho de que sean dos pares de Aleros en el Municipio A y una ONG, es por un sondeo previo de la situación en el Municipio?¿Refiere a una población de consumo problemático?
- Claro, tiene que ver con la demanda, con la inclusión del alcalde y el Municipio en la Red de Drogas. Si bien vamos a trabajar en todo el municipio, empezamos en la Teja Norte, en Cadorna, Cachimba, la Cantera del Zorro, Paso de la Arena y Los Boulevares. Porque son extremos del territorio con diversas problemáticas que concentran un número importante de situaciones que querríamos atacar.
En la fase posterior nos planteamos generar el acceso de estos usuarios a los servicios de salud y educativos buscándole encontrar espacios de integración. El deporte es un ejemplo y hubo una experiencia muy buena en la plaza de deportes de LaTeja. Muchas veces falta la comunicación a tiempo y la interrelación personal, el cara a cara y el encuentro, y eso es lo que priorizamos en cualquier espacio donde nos den cinco o diez minutos para mostrar el programa e interactuar y enamorar a la gente porque esto tiene un noventa por ciento de componente emocional
y afectivo.

Para Fernández ser Alero es “una tarea muy dura” y “a la intemperie”, donde además, el nivel de tolerancia a la frustración “tiene que estar muy alto porque el contacto con los usuarios problemáticos puede ser intermitente. A veces se generan movimientos hacia la familia que refuerzan el síntoma y no el trabajo hacia la salud, entonces, “es muy inconstante el encuentro y hay que trabajarlo, protegerlo”, lo que a su vez implica “cuidar mucho a los equipos”.

-¿Qué clase de técnicos son los Aleros de la zona oeste?
-Tenemos una integración bien heterogénea e interdisciplinaria. En el Municipio A trabajan una doctora de familia, una psicóloga, una doctora referente en la temática en el Centro de Salud del Cerro y un educador popular. Y hemos trabajado también con Mi Cerro Sin Drogas, una ONG del Cerro con experiencia previa y la impronta de un trabajo de este estilo.
Ser Alero implica necesariamente “tener un nivel de discurso de amplitud, no caer en cuestiones reduccionistas como la abstinencia”, pues se trata de captar gente que está en la esquina, “que se junta a tomar vino o fumar marihuana”. El primer encuentro entre estas personas y Aleros no pretende coartar o generar una especie de choque frente al consumo, sino generar un proceso de construcción que permita un cambio y conductas más saludables si el consumo se sigue teniendo.
La primera etapa en la que el programa trabaja se centra en realizar un “paneo” de toda la red, explicó el especialista, y potenciar los nodos de la red para que quede actuando una vez que Aleros se retira del territorio.
En la segunda fase se generan actividades que provengan de la comunidad, de los referentes locales y barriales, porque no hay que olvidar que Aleros es una articulación y el apoyo técnico, por lo que una vez que “mueven el universo” otros actores entran en el campo en el que entra en juego la inclusión y el trabajo de lo afectivo. Descentrar el debate de la sustancia, elevarlo y entender el macro sistema que está detrás del consumo es el plan de este programa, ante el cual “ninguno está libre, porque todos estamos consumiendo algo. El punto es cuando se prende la luz de lo problemático”.

- El programa es muy abarcativo ¿cómo se atienden todos esos casos particulares?
- Todas las situaciones adictivas tienen un origen común: la falla de los vínculos a nivel familiar que, a su vez, responden al sufrimiento y la ausencia de amor. Teniendo en cuenta el amor que sostiene, produce, genera autonomía y crecimiento; hay una estructura familiar, la constitución de la personalidad del propio consumidor, de los apegos, de la puesta de límites y la falta de los mismos. De una cantidad de cosas que se construyen antes que el sujeto comience a tener contacto con la sustancia, y que luego, van a generar un campo propicio para la conducta y el comportamiento
adictivo.

- ¿Finalizadas estas etapas, qué les gustaría decir del programa dentro de tres años y cómo seguiría?
-No nos planteamos el objetivo a tres años, ni por asomo. Sabemos que tiene tres años de financiación porque proviene de la JND, pero no es un tema de plazo, sino de expectativa. Lo principal es fortalecer el trabajo en red y generar herramientas que permitan que los Aleros se muevan en el territorio dejando nodos constituidos con toda la población.

-¿Respecto a la comunicación a quienes no son cercanos a la red, cómo piensan comunicarlo? ¿Hay alguna campaña?
- No, nuestra idea es generar, ni bien vamos logrando los primeros avances, informes de los mismos y
objetivos intermedios. Volver a lugares donde ya nos recibieron, realizar actividades que generen los vecinos que se quieran acercar y nosotros devolver algo. Lograr instancias de debate que permitan que la gente se apropie de esto.

- ¿Se piensa extender el programa a los municipios que no lo tienen?
- En principio sí, pero hay que ver los niveles de demanda y los trabajos del observatorio de la JND que hizo el diagnóstico primario, y ateniéndonos a lo que podemos. La idea es no restringirnos, no decimos por ejemplo, no va a ir al centro, pero tenemos una orientación, tanto del gobierno central como municipal. El objetivo que muchos vecinos se articulen con nosotros, llegar a muchos lugares, pero de a poco, irémos buscando nuestro propio tránsito, intentando generar ese nivel de apropiación.

Damián Musso Sosa.