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07.06.2014 - 12:31

No hagas la tuya, hace la de todos

Inseguridad, violencia, robos y el dilema de la convivencia son moneda corriente en los medios uruguayos de hoy

nseguridad, violencia, robos y el dilema de la convivencia son moneda corriente en los medios uruguayos de hoy. Por un lado se televisan marchas pidiendo más seguridad, por otro se muestran en detalle y con “replay” asaltos y asesinatos. En este marco se sabe muy poco de lo que se hace para paliar esta situación. Es por eso que + Oeste decidió en esta oportunidad conocer un poco más acerca de un programa que trabaja incansablemente en pos de mejorar las condiciones de vida y convivencia de todos y todas.

Es probable que en este momento vecinos y vecinas de algún barrio, con la colaboración de la intendencia, el municipio, los ministerios del Interior y de Desarrollo Social, el INAU, la Universidad de la República, bomberos y prefectura, se encuentren reunidos tratando temas que afectan el bienestar de la comunidad.

Así ha sido desde 2006, cuando se instrumentaron en el departamento de Canelones las primeras experiencias del Programa de Mesas Locales para la Convivencia y la Seguridad Ciudadana (MLCSC), una iniciativa del Ministerio del Interior, que contó desde su lanzamiento con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El Programa de MLCSC se sustenta en metodologías que ya han sido aplicadas en otros países del continente con excelentes resultados y trata básicamente de otorgar estabilidad a los barrios. Busca generar nuevas vías de comunicación que faciliten el acercamiento de los vecinos, generando ámbitos de participación e intercambio entre autoridades nacionales y locales, vecinos y organizaciones sociales; con la finalidad de generar medidas concretas a nivel local, que sean acordes al carácter multicausal de los problemas.

Desde 2010 con la nueva administración de gobierno, el Ministerio del Interior tomó enteramente la administración del programa en lo que tiene que ver con recursos humanos y económicos, y la toma de decisiones. Si bien continúa recibiendo el apoyo del PNUD, gira ahora únicamente en la órbita del ministerio.

Para conocer más acerca del programa y la experiencia que ha tenido en el Oeste de Montevideo, conversamos con Edgard Bellomo, director y coordinador nacional del Programa de Mesas Locales para la Convivencia y Seguridad Ciudadana.

¿Cuando comenzaron a implementarse las MLCSC en el oeste de Montevideo?

Desde el comienzo hubo mesas en el Oeste. En el Cerro era muy recordada una, que dio buenos frutos en aquel momento. A finales de 2010 el alcalde Otero, con muy buen criterio, hizo un lanzamiento genérico en la Sociedad de Fomento y Defensa Agraria de Paso de la Arena, ante la imposibilidad de hacer una decena de lanzamientos en todas las zonas.

¿Cuántas mesas se conformaron en el oeste?

En el Municipio A tenemos ahora mesas en La Teja, Cerro, Paso de la Arena, Nuevo Sarandí. También hubo en Tres Ombúes, Cerro Norte, General Hornos, Casabó, Santiago Vázquez, Covitea, Paso Molino, Santa Catalina y Los Bulevares. Hemos estado en distintos lugares, o bien presentando el programa o bien atendiendo problemáticas de los vecinos. También se hicieron en el municipio, en el Florencio Sánchez y en el Club Arbolito, Escuelas de Seguridad Ciudadana (ESC). Son actividades que impulsaba la Jefatura de Policía de Montevideo, en acuerdo con  MLCSC y con la colaboración del municipio, para brindarle a la gente algunos conocimientos que les permitieran manejarse mejor y a la vez reforzar un poco los vínculos. Terminados los cursos de la ESC se les otorgaba, a aquellos que hubieran asistido a un 75 % de las actividades, un certificado que los acreditaba como “promotor en seguridad”.

¿Qué es un “promotor en seguridad”?

Yo dije siempre en las ESC que los promotores pasan a ser, si es que no lo eran ya, referentes en su zona, en su familia, en su trabajo, en el club deportivo, social o donde fueran. Esas personas tienen más conocimientos que la mayoría de la gente. Por ejemplo, sobre como funciona una comisaría, cuando no está el comisario cuál es o son los oficiales que tienen que estar a cargo; que tiene que haber uno siempre en la puerta y un llavero por si hay algún detenido; que tiene que haber alguien tomando denuncias; cosas que hacen al mínimo funcionamiento. Además conocen como funcionan las zonas de Montevideo, que son operativas; aprenden que hay grupos especiales como el GEO, patrullaje preventivo, grupos de apoyo, que están “los de particular” que tienen que ver con investigaciones, hurtos y hasta con delitos informáticos.

¿Cómo respondieron los vecinos y la policía ante la nueva realidad generada con las ESC y al hecho de que la ciudadanía comience a estar formada especialmente en temas de seguridad? 

Bien. Aunque en forma despareja, porque hemos tenido escuelas donde se anotaron 80 y participaron 50 vecinos y otras donde de repente se anotaron 30 y terminaron participando 15. Pero creemos que el saldo es positivo sobretodo si tenemos en cuenta que hubo gente que adquirió estos conocimientos, y que se vio favorecido el vínculo que el ministerio y la jefatura buscan a través de estas mesas.

¿Se realiza algún tipo de relevamiento para saber cómo ha cambiado la zona desde que comenzaron a funcionar las mesas de convivencia?

Si y no. Lo hemos hecho cuando pudimos, buscamos comparar, reflotar alguna mesa, pero la verdad es que la propia dinámica nos lleva o bien a hacer esa especie de balance sobre el cierre del año o a no hacerlo y seguir trabajando. Sucede muchas veces que hay una mesa en un lugar y que a cinco cuadras se gesta otra. En otros casos las mesas dejan de reunirse. La realidad de las mesas es muy dinámica. Por ejemplo, en el Municipio C estábamos evaluando el funcionamiento de algunas mesas y preguntaron por una en particular que había funcionado entre setiembre y diciembre de 2011, tuvo cuatro reuniones, no se trazó un objetivo y al año siguiente no se volvió a reunir. Una concejala me decía “no se crea que no funcionó porque conocimos al comisario, nos presentaron al comunitario, nos indicaron los teléfonos para llamar, nos orientaron en otros aspectos” y coincidió que un par de muchachos que tenían asolado el barrio fueron detenidos, procesados y salieron de circulación. Entonces hubo como un afloje después de la reunión de diciembre, tuvieron un enero más tranquilo, por lo cual no volvieron a reunirse. El Municipio A es uno de los municipios de Montevideo donde ha habido sin duda más actividad de mesas y donde creo que las mesas han servido como un vínculo, un vehículo, pero también para algún logro concreto. Nos ha permitido ese contacto ciudadanía-policía, que implica también un control ciudadano sobre el accionar policial. Porque después va el comisario, el comunitario o los jefes de zona y dicen “les vamos a mandar más patrullaje”, y al mes siguiente nos reunimos y el vecino les dice “mirá que no vi el patrullaje que usted mandó”. Ésto nos obliga a nosotros como ministerio, a la zona y las autoridades a no solamente dar la orden, sino a hacer el seguimiento de esa orden, si se concretó o no, cómo se ejecutó y si los vecinos lo percibieron. Se trata de las dos cosas, de que el servicio sea brindado, pero también de que el vecino lo sepa.

¿Qué es lo que hace que un asunto sea un problema de convivencia y de seguridad ciudadana?

Todo aquello que preocupe a la comunidad debe estar planteado. Hay temas que resultan más difíciles de tratar, como la violencia intrafamiliar o doméstica. Ese tema no aparece tantas veces o en detalle como sí aparece “esos muchachos que a la una de la mañana, en las esquinas, meten ruido, que las motos, que se drogan, que le piden peaje a los vecinos”, que genera un problema y la mesa generalmente lo tiene en el orden del día. Mientras que no necesariamente están los problemas de violencia doméstica, que lamentablemente están en todo Montevideo, porque la violencia y las constumbres violentas están instaladas en nuestra gente. Los temas son los que la gente pone y si bien el denominador común es el de las molestias de los jóvenes,  a veces ni siquiera se trata de delitos, se trata de faltas de lo que llamamos la “exposición a la violencia comunitaria”. Puede configurar un delito si hay una agresión pero muchas veces, sin llegar a ser delito, siendo simplemente una actitud negativa hace que el vecino no descanse bien, pase nervios, sienta miedo y se encierre en su casa. Todo ésto que baja su calidad de vida y altera las reglas de la convivencia normal es lo que se se trata de ver en la mesa.

¿Cree que las mesas son una forma de terminar con el “hacé la tuya” tan arraigado en la sociedad uruguaya de hoy?
Tal vez no logren eso, pero contribuyen. El solo hecho de arrimarse y participar de una mesa, hace que uno abandone la comodidad de su casa. Hace que asuma un riesgo, mínimo pero riesgo al fin, de que lo vean hablando con “los milicos” y hace también que aquellas personas que se presentan depués terminen asumiendo algún compromiso y trabajen para mejorar la condiciones de vida de toda la comunidad.  Las mesas no son un fin en sí mismas, pero son una herramienta que contribuye contra el desánimo, contra el “no se puede”, contra el “hacé la tuya y arreglate vos solo”. Somos seres gregarios, nos necesitamos y nos necesitan. Cuando convocamos a los vecinos, no les estamos pidiendo que hagan de policías, les estamos pidiendo que trabajen en conjunto con la policía, con el municipio, con todas las autoridades y la comunidad. Creo que van en el buen rumbo, que se van desarrollando y consolidando a la vez, que dentro de 5 años van a ser más conocidas que ahora y tal vez dentro de 5 años podamos hacer el balance que hoy de alguna forma nos debemos. Porque está tan fresco que uno no puede aun tomar la dimensión de lo que hemos logrado.

/ Jandira Dávila