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08.10.2025 - 12:38

Relatos del Oeste: Marta

Martha Fulle, una referente del Oeste de Montevideo, nos cuenta su historia

Martha Fulle, nació y vivió toda su vida en el barrio Nuevo París. Es tallerista, referente barrial, madre y emprendedora. Como tallerista enseña reciclaje textil, porque para ella, además de un emprendimiento, es una forma de vida

“se trata de aprender a vivir más sustentable y respetar el planeta. En base a eso fue que armé la propuesta de talleres, para generar un poco de conciencia por un lado, y por el otro, generar para muchas personas una herramienta de trabajo”

Lleva años enseñando a las personas del Oeste, siempre lo hizo y en parte lo sigue haciendo de forma voluntaria. Dio talleres en la cárcel de Santiago Vázquez, a madres y referentes de centros CAIF y en talleres en el centro cultural de su barrio. Actualmente se encuentra enseñando en el Parque Siete Hectáreas, en Casapueblo y en el Mercado Victoria. En sus talleres se reciclan telas y vestimenta en desuso, tomando ropa que de otra forma se desecharía para poder transformarla en un producto nuevo y que sea comercializable. El enfoque de Martha es que el taller impacte en la vida de la persona, en que la atraviese de muchas formas.Trabaja mucho el compañerismo, el respeto, el compartir, la empatía y la transmitir valores, resalta que no estamos solos y que en colectivo, todo es más fácil.

Su madre, como modista, se pagó la carrera, es licenciada en enfermería y docente, hoy está jubilada. “Empecé a coser porque me cuidaba mi abuela y la tele comenzaba a las 5 de la tarde, no había mucha cosa para hacer”. Realizaba con recortes de tela, la ropa para las muñecas, según ella la costura fue algo que le salvó la vida: “Pasé situaciones muy difíciles, fui madre joven y resolvía muchas veces la comida porque trabajaba acá o allá”. 

Trabajó haciendo limpiezas y cambiando cierres, sus clientes le regalaban ropa, la cual desarmaba y le hacía ropa a sus hijos.

Me doy cuenta que el tiempo que dedico a elaborar algo, no pienso en otra cosa, no pienso en los problemas. Me puedo separar de lo cotidiano y de la rutina, estoy en ese momento creando algo y después lo miro y digo, “ay me quedó precioso” y como que me da esa satisfacción”.

El trabajo realizado por sus estudiantes también es gratificante para Martha, ya que ve el avance de sus realizaciones y lo que les genera a nivel personal, por ejemplo una de sus alumnas le comentó que para ella el taller es un espacio para compartir, un punto de encuentro y una forma de acercarse más a su madre, ya que llevaban un tiempo distanciadas. Hacer el taller juntas, posibilitó comenzar la venta de sus productos, algo inimaginable para ella ya que tenía epilepsia y le generaba crisis si se estresaba si surgían problemas en los trabajos. “Es re lindo que te lleguen esas cosas”, expresa Martha.   

Considera que cada vez hay más gente que necesita hacer algo que le de una posibilidad de una salida económica, un lugar donde refugiarse, hacer algo diferente, salir de la rutina en la que viven: “tengo alumnas que necesitan salir de su casa, porque viven situaciones difíciles y me dicen, “no falto al taller ni loca”, la otra vez, había una tormenta enorme y yo me repetía que “no vaya ninguna”, todas empezaron a pagar para ir, llegué empapada del taller, pero llegué, y es eso, no se pierden ese espacio porque lo necesitan”, cuenta la profesora.

 

¿Cómo sentís que impactan en las personas los talleres?

Yo lo que trato es de que el taller impacte en la vida de la persona, que la atraviese de muchas formas. Trabajamos mucho el compañerismo, el respeto, el compartir. Es una de las cosas que les digo al inicio del taller. Primero, generar una conciencia sobre el reciclaje y la contaminación textil, que es una de las más grandes del planeta. Es un problema real hoy en día que nos está atacando globalmente.

Si mi compañero no tiene una aguja y yo tengo dos, le prestó. Compartir los materiales y el momento. Siento que cada vez hay más gente que necesita estos espacios. Hay una carencia enorme de espacios para habitar. Si bien hay muchos más, faltan. Estos espacios son fundamentales. Personalmente noto que las personas tienen una disposición increíble.

 

La cárcel, una luz en la oscuridad 

Si bien Martha califica la experiencia como muy linda, al inicio fue con miedo: “cuando me lo propusieron, lo primero que pensé fue, ¿qué les voy a enseñar yo a coser a esos hombres que han pasado tanto en su vida?”

Martha trabajó con personas privadas de libertad del módulo de máxima seguridad y siente que lo único que tienen diferente en su rutina es ir una vez a la semana a su taller. Describe el centro penitenciario como horrible, remarcando el destrato del personal, desde la entrada donde debe despojarse de todas sus pertenencias, pasando por la vida cotidiana del lugar: las carencias, el frío y el hambre. “A veces los bajaban al taller sin desayunar, se perdían el almuerzo por estar presentes y desde el día anterior la última comida que hacían era comer algo de merienda o cena”, cuenta.         

Es por eso, que a veces Martha, al igual que otros talleristas trataban de cocinar algo para llevarles y compartir un momento, ”elegían estar todo el día sin comer para estar ese rato con nosotros”. Especifica que eso salía de ellos, además de pagarse los boletos y llevar yerba, porque no había apoyo del Estado.  

Dentro de la cárcel vivió momentos difíciles y de miedo, como cuando un día presenció un motín: “me decían “profe no se preocupe, nosotros la cuidamos”, es una realidad que uno ni se imagina”, relata. Se cuestiona cómo cambia las realidades, cuando se tratan a las personas como iguales, respetandolos, a pesar del camino que hayan transitado en sus vidas y ver cómo devuelven ese respeto. “Fue impresionante, a mí me encantó, lo volvería a hacer”, afirma la docente.

¿Cómo es la relación con tus hijos?

Mis hijos me ayudan y trabajan conmigo en el emprendimiento, por ejemplo, a la grande aunque hoy en día le gusta, se tiró para al lado del diseño textil, aunque tiene que ver, no es costura. Ellos siempre me acompañaron. Hoy dicen con orgullo que yo les hacía la ropa, como le hago la ropa hoy a mi nieta también. El otro día tuvimos una entrevista que nos hicieron en una radio que fui con mi hija y con mi nieta, y le preguntaron para ella qué era la costura, qué significaba, y ella dijo que era amor. Que era lo que le había transmitido todos estos años. Entonces me quedo con esto, que la costura para mí como para mi familia es amor.