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12.07.2012 - 14:30

Levantando el telón

Conversamos con Elder Silva, quien lleva desde el 2001, la dirección del teatro Florencio Sánchez, que instaló una identidad barrial: símbolo de los cerrences.

Contra la pared, un almanaque con una fotografía de José Carbajal “El Sabalero”, adorna el pequeño espacio del escritorio del director del Teatro y Centro Cultural Florencio Sánchez.
“El Florencio” es el único centro cultural que tuvo y tiene el Cerro y ha permitido a muchos artistas, tanto locales como nacionales, dar sus primeros pasos, o en otros casos, formar parte de la trayectoria de los más conocidos pintores, fotógrafos, músicos y actores.
Con una humilde fachada, “El Florencio” es el rinconcito de uno de los barrios del oeste montevideano que ha dado la libertad y el escape a unos/as cuantos/as al disfrute de la cultura uruguaya. El Centro Cultural pasó por momentos críticos, pero bien supo y pudo sobrevivir a los duros tiempos de dictadura y a la crisis del 2002.

En la década de los 900 Montevideo era sitiada por miles de inmigrantes europeos y artistas aficionados “filodramáticos” (cuadros amantes del drama) que demandaban salas culturales en el Cerro por el desarrollo de sus obras. “Lo filodramáticos eran grupos de trabajadores obreros de los frigoríficos. Nosotros le abrimos las puertas a casi 60 grupos de “filodramáticos en los años 40; formaban distintos grupos y lo presentaban acá”, cuenta Elder Silva. Para satisfacer esa demanda el comerciante Manuel Diz crea el Cinema Teatro Polo -primer teatro barrial- nominado en 1964, como teatro Florencio Sánchez, en homenaje al dramaturgo, cuando pasó a ser propiedad de la Junta Departamental de Montevideo. Uno de los tantos autores y poetas, que marcaron los perfiles de la literatura uruguaya de esos tiempos.
Cuando el teatro abría sus puertas, el cine estaba en pleno auge, puesto que la televisión aún no había llegado a Uruguay. Así se fueron dando programas muy diversos de películas y orquestas, “espectáculos largos de entretenimeinto que a veces duraban hasta cuatro o cinco horas”. Y el teatro de comedia o zarzuela, “una telenovela cantada y bailada”, también estaba muy en boga.
En los años 80’ los tiempos dictatoriales provocaron el deterioro del Florencio, sumado a la falta de gestión. La reapertura tuvo que esperar hasta la temporada de 1997. “Y desde entonces sólo detiene su actividad en enero”. Abrir el Florencio no significaba sólo abrir las puertas a aquellos artistas que necesitaban expresarse y mostrar sus obras -después de muchos años de represión- sino y fundamentalmente que “era una solicitud de los vecinos y vecinas restaurar la sala, no solamente como teatro a secas, sino con carácter de Centro Cultural”.
En la década de los 70', se producen cambios en la sociedad debido al “protagonismo que adquiere la masa, el papel de la mujer y los propios artistas, por su parte, no se conformaron con hacer un discurso unilateral. Surge, entonces, la necesidad de intercambiar con la gente, de generar participación y ser más creativos”. La dictadura fue un proceso que “generó otras estrategias de los artistas para comunicarse”, indicó Silva.
Es a partir de la reapertura que el teatro del Cerro comienza a tener “una gestión consistente, una elaboración de programas, una creación de políticas de trabajo hacia la comunidad y junto con la comunidad”. “Cuando el director de Cultura, Gonzalo Carámbula -en aquel momento-, me ofreció gestionar el teatro, me planteó que debía ser una sala de la ciudad, que abriera un espacio para incidencia de los vecinos y la comunidad; por eso desde el principio entendimos que la misión del Florencio era tener una oferta cultural con espectáculos locales y nacionales y extranjeros”, siendo la clave “el diálogo entre lo que se produce acá y va emergiendo con características importantes, con lo que sucede en el resto del país y en otras partes del mundo”.

Con mucho orgullo el director menciona algunos de los artistas más destacados que subieron al escenario: el plástico cerrence, Fabio Rodríguez, el escultor coloniense, Horacio Faedo, Ruy Barbosa (guitarrista brasileño), Juan Falú (guitarrista y compositor argentino), el ballet de la Universidad de Zulia (Venezuela), la Escuela de Ballet del Teatro Bolshoi de Moscú. En lo nacional además músicos como Fernando Cabrera, Eduardo Darnauchans, la poeta Idea Vilariño y fotógrafos uruguayos con gran trayectoria. También “pasó una cosa muy curiosa -dice entre risas- Pablo Uribe expuso la misma muestra que después fue a representar a Uruguay en la V Bienal VentoSul de Venecia”.
Según Silva el intercambio entre creadores de distintas artes y diversos lugares posibilita a crear una masa crítica, permitiendo al espectador saber mirar mejor “porque si sólo se ve un estilo o forma cultural, se atenta contra la diversidad que es lo que realmente enriquece a la gente. La diversidad y la variedad es de alguna manera lo que abre la cabeza a la gente, los pensamientos y la sensibilidad”. Es así que el Florencio reservas espacios en su programación a, sobre todo, los artistas nuevos "para que tengan su espacio".  La pintora Alicia Rius y Álvaro Bustelo -“un pintor ya muy cotizado en este momento”- y bandas como Vieja Historia, son ejemplos de algunos artistas que inauguraron sus obras en el Florencio.
El Florencio recibe y, forman parte de su agenda, muchos proyectos propuestos por la gente: “El más importante es uno turístico que la semana pasada ingresó al conglomerado turístico de Montevideo dentro de un circuito denominado Un día verde en tu vida. Es un proyecto de tour turístico por el Cerro, muy comunitario -que se hizo desde acá y se fue nutriendo con gente de distintos lugares y ha sido muy exitoso- y que se sumó también al proyecto Oeste Verde. El tour empieza en el Club de Golf y termia en Santiago Vázquez.

Existen también proyectos que parten de la idea de los propios funcionarios del teatro y los socios directos. “Luis Ignacio Sejas, un compañero que es coleccionista de películas de todos los tiempos - sobre todo de humor-, tiene el archivo más grande del Uruguay y de ahí empezamos a pensar en un proyecto que va a comenzar el año que viene al que llamamos La Matine del Cerro. En funciones desde las tres de la tarde, pensadas especialmente en la gente ociosa, los adultos mayores”.
En 2011 el Florencio tuvo una oferta de diez espectáculos entre música, teatro y danza, espectáculos propuestos por los propios artistas o en otros casos solicitados por el teatro; “El año que viene, de pronto, vamos a agregar más, especialmente uno de circo que estamos pensando y algo más de teatro”. Además de los artistas que presentan sus proyectos y profesores talleristas, en el teatro trabajan 21 funcionarios, de los cuales en su mayoría, viven en el Cerro. “Un grupo proactivo de trabajadores que tiene la camiseta puesta y permite, además, tener un compromiso mayor porque [el Florencio] es parte de su identidad, la amabilidad con la gente que vienen o cualquiera de los socios es algo sagrado para nosotros y tener gente del Cerro ayuda".
Adelantó que se está trabajando para construir, a una cuadra y media, un anexo con el que se va a instalar talleres de fotografía y video. Una propuesta que se ganó en el presupuesto participativo y “ya está en camino, pronta para empezar. Esperamos que para el año que viene esté pronta”.

*Esta nota fue escrita para la tercera publicación del municipio A, en diciembre de 2011.

Virginia Martínez

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